viernes, 20 de junio de 2008

Belleza [Mon épitaphe] (Analepsia CCC)

















He notado, con base en una serie de observaciones y de experiencias que se extienden y se pierden en las profundidades de mis capacidades mnemotécnicas, una simetría casi imperceptible, intrincadamente compleja y difícil de discernir basada en el carácter aparentemente caótico de los hechos y los acontecimientos que integran la totalidad de la realidad, lo que conocemos vulgarmente bajo el nombre de 'vida'. Y es que, hechos tan aparentemente aislados como los emocionantes viajes de Drake por los océanos, el estudio del comportamiento de los yacarés en el Amazonas Central, el descenso en el valor de las acciones de la bolsa de Tokio el mes pasado y el primer orgasmo de una dulce jovencita en Noruega que tiene lugar justo en este momento, aunque difieran en tiempo-espacio y los principios de identidad entre ellas sean prácticamente nulos, aún así existen hilos muy delicados que, de una o de otra manera, conectan estas múltiples e hipotéticas dimensiones del acontecer, de manera muy vaga para nosotros, principiantes en el arte de vivir, creando una realidad absoluta, completa, sin fisuras, en la que todo lo que existe es susceptible de converger, y lo potencialmente posible se convierte o se decanta, a su vez, en lo existente. Lo existente, para nuestra percepción, no se compone de otra cosa si no de vínculos, de paisajes intelectuales fragmentados, de verdades y falsedades aisladas, de quimeras caprichosas y monolitos sagrados.


Así que, tomando en cuenta nuestras limitantes y nuestro campo de acción restringido en esta inabarcable e innombrable realidad perfecta, lo único que nos queda es tratar de hilvanar una serie de redes en donde los hechos y los acontecimientos tengan la mayor coherencia y organización posibles, posibilitando (valga la redundancia) sinapsis causales y voluntarias entre momentos y lugares (reales o hipotéticos) cuyas características principales sean la vastedad y la inagotabilidad semántica, a manera de una cristalización que, partiendo de un núcleo, se va expandiendo hacia sus extremos infinitamente, mediante una asombrosa pero inusual simetría oculta. Cabe aclarar que al principio, esta secuencia cohesionadora de segmentos virtuales y reales, parecerá, como la realidad en sí cuando no la estudiamos con cuidado, profundamente caótica. De allí el nacimiento de principios científicos como el de la relatividad, el de la fractalidad, el de la entropía, el de la estocástica, entre otros similares.

Pero nada importa al principio ni al final tampoco, porque tales realidades no existen en sí definitivamente, aunque aparezcan a manera de postulados variables en nuestro devenir cotidiano y aunque funcionen como un parámetro que guíe nuestros virajes, para así, no perderse en el absoluto. Lo que importa realmente es lo que coexiste, habita y se produce entre esos dos polos vagos y rodeados por neblina, esas figuras fantásticas de redención lógica llamadas Alfa y Omega. Lo aparentemente caótico al principio ha de ser mi sello característico en los malabarismos y las acrobacias con lo real, aunque, posteriormente, en una retrospectiva panóptica de lo ocurrido, se pueda encontrar el patrón que guiaba todas las líneas de interpretación posibles a mis voliciones, representaciones y obras, y se pueda enunciar con todas sus entonaciones y en la plenitud de la sinceridad, el siguiente enunciado: "Ciertamente, ha vivido de una manera bella".

En ese momento, las trompetas de lo eterno resonarán en la totalidad de las moléculas aéreas que conforman el éter. El rechazo que sentía Schopenhauer por la filosofía hegeliana y Kafka por sentirse escarabajo se integrarán, como gotas de mercurio, a lo no-pronunciado, a lo que alguna vez pudo ser, fue, hubo de ser, está siendo, será, posiblemente nunca será, entre otras variantes temporales que aún no hemos descubierto. Las florecillas de la camomila y su fragante olor a curación, las amargas e incendiarias páginas del Rubaiat del gran Khayyam, los músculos que conforman los cuartos traseros de un buey blanco bebiendo a las orillas del Ganges, un par de telarañas vibrantes suspendidas en una esquina de cierta cabaña abandonada en New Hampshire, la exquisita y agitada piel de una danzarina de ébano nigeriana frente a la pira ceremonial, la alabarda que erigió Anibal sobre su elefante enmedio del estremecedor rugido de su ejército, el sonido del relámpago amortiguado por un par de pueriles manecitas que se asustan cada vez que llueve, el trozo de barro que se quedó al borde de las sandalias de Abraham al ascender por las laderas de Morija con Isaac de la mano, la gota de miel que pende graciosamente de uno de los bigotes de un oso pardo, el capital y fresco regalo de Herodes a Salomé al calor de la lascivia, los velos blancos que cubren el cuerpo inexistente de la cebolla, el engrane que mueve las manecillas del reloj de pulso de un ocupado empresario en Dublin, la bebida de cacao y maíz que olvidó tomar el rey Quetzalcóatl antes de perderse en los confines de la mar, el sudor que correrá por la frente del atleta al estallar la señal de salida: todo en un punto y en ninguno. Hoy, siempre, nunca.

Ese punto soy yo. Y yo soy ese punto, todos los puntos. La imaginación no es arma más poderosa que la percepción, pero sin duda más benévola. Un caudal tan potente de energía y un magnetismo tan puro como el presente en este tipo de intuiciones intelectuales no puede ser callado por la sombra de un simple nubarrón. Incluso el nubarrón se reduce a un punto. Y decir 'reducir' ya es retórica: ¿qué cosa hay más infinita que un punto? Abandonémonos, pues, al caos de la Madre Necesidad, dejemos que nuestra sístole y nuestra diástole marchen al marcial ritmo de lo que nunca se detiene, y, aunque no nos percatemos de ello y quizás sin haberlo siquiera deseado, al final, habremos construido el más sublime de los palacios, el más indescifrable de los laberintos, el más inexpugnable de los templos: el Gran Ojo de la Historia estará allí, seguramente, para contemplarlo. Y si es juicioso, dirá: "Yo no encuentro en este punto otra cosa, más que belleza."

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