jueves, 10 de julio de 2008

Apócope y Aféresis (Analepsia CCCXII)



















De aquella rienda soltada
bajo la mágica carpa
suele levantarse el gato
con su sombrero de paja.
Mortaja del cielo baja
la cual se le olvida al rato,
como el velerito zarpa
ya el alba bien despuntada.

Sin chispas y sin estrellas
se abre la puerta del fondo
con sus rechinidos finos
y sus arterias de alambre.
Costumbre de honda raigambre
de conejos y de adivinos
la de arrojarse hacia lo hondo
desde las cosas más bellas.

Entre la hierba y las flores
sale al encuentro el ofidio:
de negro charol su bombín
y de blanco sus solapas.
Bajo las mantas y capas
cubiertas de hiel y aserrín
surge impetuoso el idilio,
las palmas y los honores.

Apenas oculto el sol,
la sinfonía de los grillos.
Recién los padres se marchan,
la música de los niños.
Las gracias y los cariños
las piedras atentas escuchan.
Mas de los ojos los brillos
se evaporan como alcohol.

Las gotitas de rocío
hoy cuelgan con elegancia
de los capullos rosáceos,
aretes de su palacio.
Helado como el espacio,
entre peces y cetáceos,
sin demasiada importancia,
cuelga también nuestro hastío.

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