
Ayer recordé, en los ojos de un anciano, mi perseverancia en el camino de la virtud y del autoconocimiento.
También recordé ayer, en los ojos de un niño, mi anhelo práctico de transparencia y de simplicidad.
El frío del mundo es la amnesia del espíritu.
Atesorables momentos los de la calidez del sentido.
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