miércoles, 14 de enero de 2009

Caricias (homenaje literario a Spiegel Im Spiegel de Arvo Pärt)::(Analepsia DCXXIV)













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Una suavidad inusitada asciende de continuo por mi espíritu. No lleva prisa ni miramiento alguno: se distribuye por todas partes de manera equitativa, con singular delicadeza y parsimonia. Tiempo después, se apaga y se aparta.

Al atravesar descalzo por las alfombras rosadas del ensueño, pétalos caducos del cerezo en flor, acontece de nuevo aquella suavidad perdida, y un golpe de reconfortantes sensaciones muertas, cumbres nevadas de mis días, viven una y otra vez en forma de cristalinos y cálidos recuerdos, volviendo como ese suave oleaje que besa la virginal arena blanca de la orilla de la playa.

Muy lejos de esta aura se encuentra un hedonismo, o si no por lo menos, se trata de una clase de hedonismo bastante especial, muy particular, emergente de los anales del jardín del divino Epicuro. Suena un fluido de calma y de las sedas más hermosas de Catay, que acontece silencioso en medio de la tarde y de la aurora.

Anestesiado por una envolvente nebulosa de ingravidez, dejo ir mi cuerpo lentamente al soplo rítmico de ningún tiempo y de ningún lugar, y zarpa con él mi pensamiento hacia tierras ignotas y vedadas, ayudado por la maternal atmósfera nocturna, guardiana impecable de colores y de formas, así como de mi secreto incienso, esencia bendita de inefable sosiego.

Tatuados en el mármol de tu espalda están mis dedos, mis besos y algunas de mis horas. Sublimes ascensiones y descensos hemos juntos experimentado en la suave hoguera de tu lecho. No obstante, nada comparable a aquel dulce soplo de sagrado vapor, aquel hilo delgado de argentina luz que de un mismo golpe cauteriza y purifica. No sé qué es, de dónde viene ni hacia adónde va. Mejor que sea así. Sólo sé que le han llamado ataraxía, vita beata, Gelassenheit ¡Y escuchadme bien, dioses y augurios: eso es todo lo que quiero!

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