sábado, 15 de mayo de 2010

Some fall in love... I shatter (Analepsia MD)


Una simple exclamación tuya:
evidencia inocente de todos los fragmentos
que se elevan
y que conocen
los bajos fondos y las nobles cumbres.

Sólo un momento:
un crudo y solo momento,
aislado y virgen de nuestras miradas agentes,
y de mi rostro,
pozo de ángulos e imperfecciones
reflejadas a través de eso
que solemos llamar luz de noche.

Alivio
y dejo de angustia
que cae, suave, sobre tersos pensamientos:
peces de un solo día,
arrugas de aquí y de allá,
control y sombra vieja.
Ropas que se resbalan.
Besos.

Lo indeciso es eso
y también lo otro, y lo otro.
Sílaba y verso:
semejanzas sin rumbo, sin recuerdos.
Hermandad sin comienzo.
Anecdotario roto.
Conciencia escindida.

Vigor, aliento... reposo.
El trinar de los acordeones
me recuerda a ti.
Una figura, una idea, un roce.
El soplo del girasol moribundo
apaga finalmente todo lo que construimos.

Ella exclama, y tú (yo, él, vos) detrás de ella.
Ambas ambiguas aguas: lentas, puras, duras,
llenas de nada, frías, ligeras, sueltas,
como un cabello muerto girando en el viento.
Así es la mar: nuestra carnívora madre.

Tus manos temblaron ayer
armadas de mis disonancias
y de mis inanimadas penurias.
No lo sé: ahora lo sé.
Claramente se escapó, como gas por la fisura,
lo que aún nos quedaba de materia fértil.

Tira los dados
y verás caminar a los santos, mis hermanos.
Recoge tu pelo: ahora brilla más que nunca,
como el arcoiris en la espuma
y en las bóvedas pomposas que revientan al tocarlas.

Se pule lo que no se tiene,
se arroja lo que nos es lejano.
Somos cítaras y violines desafinados
que tosen y vomitan polvo,
hilos concomitantes con los astros
que tejen con la madeja de nuestros días.

Largo el cetro,
pero ciego el arúspice:
¿qué acaso no saboreas la sal
de la compatibilidad nula,
de los pétalos desperdiciados
y de las huellas llenas de tardes labradas?

Un hueco en el hoyo
en el agujero de lo cóncavo:
hogar del asomo de la tiranía
y de la prístina resaca de lo amado.
Piel que se desliza trémula hacia la ignominia
contra el tribunal de las amnesias cruentas.

Celebra, pues,
y muerde esa parte del borde
de lo demasiado rojo
a la vez que escurre lo blanco.
Lo negro: nuestro preciado guardián insobornable
de las tres franjas de la separación majestuosa.

No sabrás ya nada de mí.
Ni yo de ti.
Some fall in love... I shatter.

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