Sed pesimistas, pero auténticos pesimistas: pesimistas congruentes, dueños del mundo. Aspirad a conformaros como aquellos pesimistas que festejan los colores y las texturas de las cosas en cada parada del asombro, esos que suelen bailar bañados bajo los cálidos hilos de la luz matinal y que suelen desayunar en inocente y simplísimo degustamiento al comienzo de cada jornada, celebrando todas las fragancias y todas las músicas, abstraídos de toda certeza teórica y de toda disertación turbulenta: los evangelistas del carpe diem más hondo y más ingenuo que pueda existir. Pesimistas lúcidos, despiertos, joviales; los cuales, en armónica consonancia con las palabras de Cioran, sean capaces de establecer: “la esperanza es una virtud de esclavo”
Sombra roja de noche
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Rojo: soy el monstruo bañado en rojo. Un monstruo moral, a la orilla de la
cama. Ella tiene las piernas más bellas del mundo: las más firmes, las más
ter...
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